Dr. Rafael J. Santiago Peña
Gastroenterólogo Pediatra.
Adjunto del Departamento de Pediatría del Hospital Universitario de Valera “Dr. Pedro Emilio Carrillo”. Coordinador de posgrado de Puericultura y Pediatría de la Universidad de Los Andes (ULA – HUPEC) Valera. Profesor de Pregrado de la Escuela de Medicina de ULA Valera. Colaborador Docente de la Universidad Nacional Experimental Rómulo Gallegos (UNERG) y de la Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (UNEFM). Secretario de Educación Médica Continua de la SVPP. Secretario, Directiva de la Sección de Gastroenterología Pediátrica, SoVeGastro
En su intervención en el simposio sobre Gastroenterología de hoy, el Dr. Rafael Santiago explicó que ante un paciente vomitador, es necesario diferenciar entre el reflujo gastroesofágico (RGE) y la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE), pues la primera es asintomática y la segunda presenta manifestaciones clínicas que afectan la calidad de vida del paciente e incluso puede llegar a poner en peligro la vida del mismo. La alteración del equilibrio entre factores protectores y agresivos causa la patología, siendo las relajaciones transitorias del esfínter esofágico inferior las que más influyen, asociado en algunos pacientes, al retraso del vaciamiento gástrico. La clínica puede ser digestiva y extradigestiva. Los signos de alarma deben tomarse en cuenta al evaluar a los pacientes. El diagnóstico se basa en la anamnesis, examen físico y pruebas complementarias, estas incluyen al ultrasonido, la serie de esófago, estómago y duodeno, la endoscopia digestiva superior con biopsia, la manometría, pH-metría y la impedanciometría. Todas tienen sus indicaciones, ventajas y limitaciones y ninguna confirma el diagnóstico de ERGE; permiten demostrar la presencia de reflujo, la anatomía, el número de episodios de reflujo, la duración, el pH y algunas de las complicaciones que se presentan. El tratamiento está limitado exclusivamente a los pacientes que presenten ERGE y es no farmacológico y farmacológico. Los objetivos son: mejorar los síntomas, disminuir el número y duración de los episodios, curar las lesiones hísticas y evitar complicaciones. Se inicia explicando a los padres o representantes los detalles de la patología para tranquilizarlos; las no farmacológicas incluyen mantener la lactancia (cuando la reciben), evitar la sobrealimentación, espesamiento de la fórmula (no evita el riesgo de complicaciones) y las medidas posturales a considerar solo en niños mayores. Las medidas farmacológicas incluyen la indicación de supresión del ácido, con bloqueadores H2, inhibidores de bomba de protones y los procinéticos. En lactantes falta evidencia sobre el beneficio de usar procinéticos. Para cerrar, el Dr. Santiago recomendó vigilar los signos de alarma, que se continúe con la lactancia, tratar a los pacientes con ERGE, evitar la sobrealimentación y no se ha demostrado que el espesamiento de las fórmulas disminuya el riesgo.